miércoles, 11 de marzo de 2009

como yo te mamoooooooo


Os lo juro, no es delirio alcohólico. Ante anoche se me apereció en sueños la mismísima. No jovenzuela y semidesnuda como arriba. Sino poderosa, magnánima y con esos rasgos de trans que tanto me cautivaron desde niña. Se me apareció la Rocío Jurado eterna que dijo adios a este mundo ya hace casi tres años. Yo trabajaba entonces en una taberna del gótico, en la plaça del rei. Allá donde exhibió colón a las seis primeras indias capturadas en las américas. En esa misma plaza donde vivía el verdugo de Barcelona y entre cuyos muros convertían a moras y judias a la fe cristiana bajo amenaza de tortura y expulsión. En la plaza de la capilla de Santa Agueda, cuyo retablo visitaba yo todas las mañanas para honrar a la rebelde que entendió perfectamente cómo librarse de su destino de mujer esclava. Y se rebanó las tetas.
Aquella triste mañana de junio, yo montaba la terraza sintiendo en mis entrañas un frío recién adquirido: la certeza de ser un poquito más huerfana. Se había ido la más grande. La tremenda mujer que cantó al desamor y enseñó a nuestras madres que había vida después del matrimonio franquista. ¿Pensáis que exagero? Que muera el amor... ya nos siento nada al hacerlo contigo... ese hombre que tu ves ahí... es un gran necio, un estúpido engreído... soportable como amigo, insufrible como amor... yo no soy como crees que yo soy, que soy paloma brava...
Hace quizás ocho años, la condecoraron con una medalla por el 8 de marzo. Recuerdo sus palabras con nitidez: "yo soy feminista, porque ser feminista es defender a las mujeres".
...
Ante anoche se me apereció, como decía. Estábamos sentadas juntas en una mesa frente a una audiencia. Era un encuentro de mujeres, yo estaba nerviosa. De alguna manera, era la presentación de mi libro. Me sentía pequeña... tenía miedo de críticas feroces (y un poquito lo tengo). Entonces Rocío Jurado me dice: canta conmigo Como yo te amo.
¿Pero cómo voy a cantar contigo? Nadie puede cantar contigo (salvo Mónica Naranjo).
Y Rocío me mira con sus ojos de aguila imperial travesti y repite: ¡canta!
Cuando me sienta cuestionada (incluso -sobretodo-, por mi misma), recordaré a la más grande.
Ahora me siento protegida por ella desde el cielo de las divas.
Os dejo con esa última función, cuando Rocio Jurado pasa el testigo a Mónica Naranjo. En la gala es evidente que considera a la tecnosoprano legítima sucesora.
No puedo verlas sin llorar. ¡A gozarla!

martes, 3 de marzo de 2009

en busca de la diva suicida (I): Carmen Miranda y La Lupe

Hace ya bastantes años, una amiga me explicó una historia que me persigue cual fantasma caprichoso.
Dicen que cierta diva de la canción, vacía de tanto éxito, despechada mil veces y exhausta de su propio mito, decidió un buen día despedirse de este mundo... y dejar un bonito cadáver. Digno de ella.
Dijo adiós a sus íntimas y preparó cuidadosamente su lecho de muerte. Se bañó en deliciosas sales y esencias, perfumó su piel de diosa, rasuró su venerado coño con forma de corazón, eligió sus mejores prendas, llenó la habitación de flores frescas, cubrió su cama con las sábanas más delicadas en las que desease una diosa ser hallada por última vez.
Se tomó un cóctel de pastillas letal y aguardó la dulce muerte...
Ella esperaba un sueño suave pero, en su lugar, le sorprendieron profundas e insoportables arcadas.
Nuestra diva suicida se apresuró por el pasillo rumbo al baño. No era cuestión de ensuciar de tal manera su meditado y hermoso lecho. Pero, con las prisas, resbaló en sus propios vómitos.
Así la descubrieron: desnucada contra la taza del water en el charco inmundo de sus entrañas......
Una diva de verdad muere así.
La primera vez que me contaron esta historia, fue atribuída a La Lupe. Durante años yo la relaté mil veces y nunca nadie contrastó mis datos. Así son las leyendas, los relatos inolvidables. Se ofenden ante la veracidad. Hace poco otra amiga me contó la misma anécdota sublime, pero esta vez se trataba de Carmen Miranda.
Los nuevos tiempos nos han abocado a un enemigo de los mitos: el google. Hoy mismo he descubierto que ni La Lupe ni Carmen Miranda se suicidaron con tanto glamour. Las dos murieron cuando sus corazones de diosas del escenario no soportaron una función más.
Así me he propuesto relataros lo que vaya descubriendo de las divas que nunca se despidieron del mundo de una forma tan graciosa. Porque, lo que he ido sabiendo de ellas, merece contarse tanto casi como aquella leyenda tan insistente y escurridiza.

Carmen Miranda es recordada y parodiada por sus excesivos tocados frutales: apenas medía metro y medio. Grandes plataformas y sombreros de verduras esculturales lograban hacerla parecer tan grande como era. Nació al norte de Portugal en 1909, pero su familia emigró hacia la calidez y la prosperidad de Brasil cuando ella tenía sólo un año. Siendo adolescente trabajó como una jabata para costear el tratamiento contra la tuberculosis de su hermana. Uno de sus empleos fue en una boutique: allí aprendió a confeccionar sombreros. (Una prueba más de que todo lo que probamos y nos equivocamos por el camino, sirve.) Pero ella soñaba con ser artista.... y poseía la voz templada de un ángel.
La descubrieron... y pasó de cantar en una emisora local, a subirse a un escenario, a rodar películas. Fue una diva de la samba en los años 30 en Brasil. En el espantoso 1939 llegó a Nueva York por la puerta grande. (Otra señal que nos muestra como los peores años pueden ser decisivos para nosotras.) En 1945 fue la mujer mejor pagada en Estados Unidos. Se consagró como cantante latina ante un público ávido de exoticidad. (Otra lección: si por lo que te reprimen puedes sacarles la plata, hazlo.) Fue muy críticada en Brasil y en todas partes como oportunista, a lo que ella respondió altiva (desde su metro y medio de diosa) con dos canciones: Dicen que me he americanizado y La banana es mi negocio. (El cinismo como venganza.) Se enganchó al tabaco, al alcóhol, a los barbitúricos y a las anfetaminas. Murió de un paro cardíaco a los 46 años en el escenario, nos sin antes despedirse de su público. Brasil rindió luto y homenaje a su diva repudiada. (La venganza es un plato que se sirve incluso cuando tu cuerpo ya está frío.)
Este video pertenece a una de las películas que rodó en Brasil antes de que las yankis se la llevarán, en 1939. Dan ganas de verla así todos los días al despertar, tan radiante y triunfal. ¡Viva Carmen Miranda!


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¡Ayyyyyy amaaaaaa! La Lupe nació en Santiago de Cuba el año en que Carmen Miranda llegaba a Nueva York para triunfar, 1939. Iba para maestra, pero la oposición paterna y su poderosa y arrebata voz la arrastraron hacia los escenarios más legendarios de La Habana. Dicen que su temple incendiario la llevó al exilio yanki tras la revolución comunista del 59... rumbo a Miami y después a Nueva York, como no. La Lupe llegó para desempolvar la salsa de salón de los cincuenta y convertir la música latina en un grito arrabalero y explosivo. Nadie se resistía a su voz: fue la primera mujer latina que conquistó las salas y teatros más serios. Triunfó en toda América. Siempre fue mejor que Celia Cruz, ella nunca se lo perdonó. Tras avatares discográficos propios de una reina y no de una empresaria, pasó a segundo plano. Sus hombres también la traicionaron, como era de esperar. Era santera desde niña, sin embargo, en los ochenta se refugió en la iglesia evangelista. Llegó a grabar varios temas religiosos: dicen que nunca se escuchó aleluya seguido de un gemido tan orgásmico. Murió de otro paro cardiáco en el pequeño apartamento que compartía con su hija Rainbow... el 29 de febrero de 1992. Sólo una reina apócrifa puede elegir esta fecha para despedirse.
Aquí os dejo mi canción favorita de La Lupe, ¡todo un tratado de desamor! (Es Yo no lloro más)
¡Increíble, no está! No hay casi nada de ella, la han borrado. En su lugar este video viejo y oxidado con una Lupe mayorcita que canta... cómo acostumbrooooo.