viernes, 15 de enero de 2010

SANTA RITA Y LAVENDER MENACE


En memoria de Encarna Sanahuja... una feminista impenitente y arqueóloga contra la historia patriarcal de cuyos saberes me nutrí compartiendo juntas una mesa sobre Transfeminismo...

Siempre había escuchado su nombre y repetía el dato como un credo: Rita Mae Brown mandó al carajo a las dirigentas heterohegemónicas de NOW en 1970 e inauguró la lucha lesbianista (gracias MDM por formularla). Es de sobra conocido su enfrentamiento a la gran pope Betty Friedan, y que renunció a su cargo en la mayor organización de mujeres que había entonces en los EEUU. El lunes tenía que dar una clase en la Escuelda de Feminismos de IPES sobre Teoría Queer y Posporno y decidí empezar por el principio, por los orígenes de esa sublevación permanente que las parias del feminismo hemos librado siempre en el movimiento para no ser asimiladas como "mujeres heterosexuales blancas de clase media", es decir, para mantener la radicalidad de una lucha que no se conformará jamás con la adquisición de derechos normalizantes, sólo disfrutables para las ya privilegiadas. Para dinamitar este patriarcado capitalista depredador desde la base, como recordaba en las cervezas posteriores Julia. O al menos intentarlo. También quería demostrar que las revueltas queer no surgieron en Nueva York a principios de los 90 como generación espontánea de champiñones. Que hasta los hongos tenemos raíces, aunque no se vean y menos aún se nombren. He tenido a la mejor instructora contra el olvido: Beto Preciado.
El feminismo nunca dejará de sorprenderme, es como un éxtasis que vuelve a subirte una y otra vez, cuando menos te lo esperas.
Investigando a Rita Mae Brown (con ese nombre de forajida), además de descubrir lo buenorra que estaba (arriba, en la foto), he flipado con los detalles de esa gran ruptura que hemos necesitado escenificar tantas veces desde entonces. Parece que la ínclita Betty Friedan (reeditan La mística de la feminidad a bombo y platillo mientras cuesta horrores encontrar en castellano obras de la prolífica novelista Rita) dijo en 1969 que las lesbianas suponían la "amenaza lila" ("lavender menace") para el movimiento de mujeres. Ay que joderse! Hablamos de 1969, el año en que estalló la revuelta de Stonewall porque las maricas, las travestis y las bolleras no soportaban más el acoso policial. Por aquellos años había una ley (no sé si en la ciudad de Nueva York o en el estado) que obligaba a portar al menos tres prendas acordes con tu sexo. Acordes según los cánones binarios más machistas, of course. Y cuando se encendía la luz roja que anunciaba una nueva redada, las marimachos y las travestis se intercambiaban las ropas para evitar ser detenidas. ¡Adoro esta anécdota, cómo nos hemos necesitado siempre! "Te cambio mi boa de plumas por tu corbata..."
Bueno, pues la glorificada Betty (que entonces tenía 48 años) soltó aquello de que era peligroso para las feministas heterosexuales asociarse con las lesbianas, y Rita (26 años) le dedicó un corte de mangas: ahí te quedas, caragüevo... En la inauguración del segundo congreso de NOW, apagaron las luces y okuparon la tarima y el micrófono para protestar que las lesbianas fueran excluidas como oradoras, como discurso y como desafío al patriarcado. Las dinosaurias heteras se pusieron de todos los colores.
Y las lesbianas exiliadas del feminismo decente fundaron su propio grupo llamado LAVENDER MENACE. Qué bonito, siempre reapropiándonos de los insultos.
Mi nivel de inglés es propio de la autarquía franquista, pero tengo a Maro para traducirme y contextualizarme, no en vano nació en Nueva York en 1969. Os dejó aquí el manifiesto lesbianista de Radicalesbians de 1970, firmado entre otras por Rita Mae Brown, Artemis March, Lois Hart, Ellen Shumsky, Cynthia Funk, y Karla Jay. Maro me avisa de que es de un separatismo integrista que roza lo albano. A ver, a mí me hace gracia. Que una dirigenta heterosexual menosprecie a las lesbianas es fascista porque se apoya en la dominación, en el privilegio. Que un grupo de bolleras en los 70 rechacen de plano a los hombres y a las heteras, me hace reir, me parece simpático. Ventajas que tenemos las oprimidas.
Hace años vi un documental sobre el arte feminista radical y una activista gritaba: las mujeres no seremos libres hasta que todas seamos lesbianas... Aunque sea como hipótesis, tiene toda la puta razón. Nos machacan hasta la muerte y encima tenemos que responder con voz templada, no te jode. Igual que me encantan las negras que se burlan de las blancas huesudas, como esa mamma camella sarcástica y divina en Weeds.
Aquí, una frase lapidaria del manifiesto KNOW (saber) frente a la megaorganización lesbófoba NOW:
"Mientras nuestra lucha (feminista) trate de liberar a las mujeres sin enfrentarse a la estructura básica heterosexual que nos ata en relaciones de 1-a-1 con nuestros opresores, energías tremendas continuarán derramándose tratando de enderezar cada relación particular con un hombre, buscando cómo tener mejor sexo, dando vueltas a sus cabezas para tratar de convertirlo en “un nuevo hombre”, con la ilusión de que esto les permitirá ser las “nuevas mujeres”. Esto obviamente divide nuestras energías y compromisos, incapacitándonos para comprometernos con los nuevos modelos que nos liberarán."
También quiero recordar aquí a todas las aliadas heteras que hemos tenido siempre. Mi Pilar (señora fantástica con pinta de madame en Devenir perra) que se morreaba ante las cámaras con todas las que hiciera falta, como tantas otras. O, como señala Raquel Osborne en Lesbianas. Discursos y representaciones de Raquel/Lucas Platero, la gran pensadora Victoria Sau (a quien tuve el honor de entrevistar en su casa hace nueve años, es una bruja dulce y sabia) en 1979 reconocía a las lesbianas como "una auténtica subversión respecto al sistema", por muy heterosexual que sea ella.
Parece que Rita Mae Brown sigue vivita y coleando (Betty Friedan, no), escribiendo novelas negras en las que la protagonista resuelve los crímenes gracias a su gato. ¿Puede haber algo más lésbico? A ver si alguien nos la trae. Soy mitómana perdida, yo sólo con verla me inflamo.
PD: María Txapera, ya sabes porque lo de LAVENDER MENACE. ¡Quiero mi txapa!


jueves, 7 de enero de 2010

POST-HEMBRAKISMO ARGENTINO


Nuestra Sofía desertó del invierno navarro hace unas semanas, rumbo a casa, a La Argentina. La muy zorra nos va mandando fotos estivales que la calientan a una, a pesar del abismo transoceánico y del temporal de nieve que se avecina (por favor, que se cubran las calles de una muralla blanca y me aisle un poco: tengo que encerrarme a escribir).


Ahí la tenéis, sumergida al sol. Además de regalarnos estas imágenes paradisíacas, va relatando retazos del reencuentro con su gente, con su país. Todas las argentinas que he ido topándome en mi vida, cuando vuelven, me cuentan cómo les flipa el machismo, sobre todo el de las mujeres. ¿Qué se puede esperar de un país colonizado a medias entre españoles e italianos? Menuda mezcla... Y que nadie piense que estoy mirando la paja en el ojo ajeno: no tengo nada por lo que presumir de mi país, sea el que sea. Sólo que las agudas observaciones de ellas, siempre me hacen repensarme. Ya que todavía no he cruzado el charco -un kilo de coca ha viajado más que yo-, sus relatos me trasportan. No os perdáis este de Sofía... Nena, sigue escribiendo, me tienes cautivada!!!!!!!

8 HOMBRES

Con la llegada de mis familiares de Italia, me vi a mi misma interpretando el papel de servidora, por la simple razón de apoyar a mi mama híper sobrecargada de obligaciones y por ser, aunque invitada, también anfitriona. En total son ocho, de los cuales seis son hombres, mas los otros dos del elenco estable de casa, ocho nuevamente. Los ocho hombres de mi familia suelen ser muy alegres, buenos y cómodamente inútiles en el ámbito domestico. Por otra parte, los dos hombres de la casa cuentan poco como anfitriones, y las mujeres invitadas, son eso, invitadas. Es por eso que mi mamá y yo, no paramos de servir y poner orden. Todavía no estaban desarmadas sus maletas, pero no se como, si lo estaba la casa. Básicamente me dedique, entre otras cosas, a recoger vasos de todos los rincones, a enseñarles el complejísimo uso del microondas, a fregar platos y a ponerysacar la mesa. Tras ya algunos días de convivencia, uno de los chicos se me acerca, te ayudo? Y yo pensaba por que a mi? por que no te ayudo yo a vos? (El verbo ayudar me resulta engañoso, presupone obligaciones o libertades según seas sujeto u objeto directo.) Aun así, nunca dejaba pasar la oportunidad para hacerles ver lo que era evidentemente necesario hacer. Acostumbrada al autoservice y autosuficiencia, no dejaba de molestarme la mentalidad servicial italiana sudamericana. Con bastante resignación y alegría, desorden y algún reproche fueron pasando los días.
Todo cambió en el mismo instante en que partimos mis tres primos, mi hermano y yo, en el Fiat cargado de bolsos hacia Uruguay. Deje mi rol de anfitriona-servidora en casa. Automáticamente, pasé a ser uno más de ellos. Pasé a estar completamente inmersa en cilindradas, F-cienes, miles de centímetros cúbicos y nosecuantos caballos, chistes escatologicos, tetas como melones y el culo como un pan dulce, por no hablar del constante vaho que me fumé en los escasos dos metros cuadrados del coche. Fue como viajar en el tiempo. Casi como tener ocho años, esa edad en la que no pensas mas que en jugar, no tenés obligaciones y te reís de los pedos. Un extraño sentimiento de liviandad, de despreocupación. Y así seguí los siguientes días, siendo cada vez mas despreocupada y mas desordenada que todos ellos. No moví un dedo. No me preocupé por nada, dejé todo en el lugar donde había caido, y hasta me dediqué a desordenar aún más, al fin y al cabo, alguien en algún momento lo iba a ordenar. Cuando los hombres están solos, a falta de mujeres, siempre hay alguno más femenino que se dedica a ordenar algo un poco. Ese no fui yo. Yo fui el más macho de todos ellos. Yo fui el macho dominante.
La única gran diferencia entre ellos y yo, era que ellos nunca serían conscientes de todo esto, y ni mucho menos, se sentarían a escribir al respecto. Lo natural e inherente es imperceptible. Lo mío fue como hacer un atípico taller informal y doméstico, sin la necesidad de pegarme pelo en el bozo ni ponerme paquete en el pantalón. Yo seguí con mis bikinis y depilándome la entrepierna, pero con actitud de macho. Comentando culos y tetas en la orilla, y viendo a sus portadoras como presas de caza y trolas. Totalmente despreocupada por cualquier tipo de tragedia mundial, formalismos sociales y limpieza doméstica. Y todo esto, me salía hasta con cierta naturalidad, hasta tal punto que me sorprendí a mi misma dirigiéndome hacia mi cuñada, te ayudo? Ahí caí en la cuenta. Ahí se rompió el hechizo. Con la entrada de otras damas hacendosas en nuestra casa del bosque. Con mi cerebro aún masculinizado sentí con molestia y desprecio sus miradas de reproche y victimización. (Y por supuesto que mi liviandad destacaba aún más por llevar falda). Noté la incapacidad de ellas de seguir la fiesta, de divertirse y pasarla bien para acto seguido, poder reprochar algo. Es ese victimismo inútil y aguafiestas el que marca aún más la diferencia de roles. Pone a las mujeres argentinas en el lugar de la típica histérica tocapelotas, sumisa y servidora y a los hombres en sibaritas relajados y alegres protagonistas. No vale la pena.
Mañana ya se van mis primos. En estos días de ocio en familia, aprendí mucho de los hombres, y a cómo dirigirme hacia ellos. Es mucho mas útil y divertido ser una alegre aliada que una victima servicial, y no dejar que un plato sucio fuera de lugar arruine tu momento. Es mucho mejor para vos, y para ellos.


Sofía Cacchione

Ahí está: reapropiándose alegremente del espacio de los hombres.

Los modelos de hiperfeminidad argentina siempre me han dejado con la boca abierta. ¡Yo soy una camionera al lado de ellas! Mi primer marido Sandro me ha ido descubriendo a toda una panda de divas terroríficas: mil horas delante del ordenador muriéndonos de la risa e imitándolas. La gran dama cacatúa de la televisón Mirta Legrand hablando sobre transexualidad... ¡Impagable! Susana Giménez, vedette metida a Oprah Winfrey (Maro: disculpa la comparación) y aquella inolvidable pregunta que le hizo por televisión a una paleontóloga cuando la profesora le contaba que iban a inaugurar un museo de la prehistoria en la Patagonia y que traerían un dinosaurio, a lo que la Giménez inquirió: ¿VIVO?... Para Silvia Suller no tengo palabras. Desafortunadamente, de you tube desapareció una mítica entrevista que le hizo la anterior, cuajada de perlas irreproducibles. Soy un desastre cargando vídeos, pero si tenéis una tarde tonta y aburrida, deleitaros con el programa "Mujeres Asesinas" y la historia de Yiya Murano, adinerada señora de una familia de milicos que envenenó a sus cuatro mejores amigas con las masitas del té, encarnada magistralmente por la incorrupta Nacha Guevara, quien apoyó a la fascistoide Cristina Fernández en las últimas elecciones generales... Y el alegato feminista que se larga la asesina múltiple al principio del programa... El hembrakismo argentino es tan inspirador...


Aquí Sandro con mis ropas en otra piscina, en la antigua casa de la Helen hace... dos veranos. Para terminar, os preseto a la gran Coca Sarli, actriz de cine erótico de serie B y la primera en desnudarse integralmente en las pantallas argentinas. Este fragmento no tiene desperdicio: la institutriz bollera tratando de aferrarse vanamente al cuerpo de la Sarli o ella duchándose recorrida por mil espasmos, taaaaan natural... Mientras, afuera, empieza a nevar por fín.




domingo, 3 de enero de 2010

I LOVE SAMANTHA JONES.... ¿ME ESTARÉ (DE)VOLVIENDO HETERA?

Mi bioamatxo, biosister (disculpa Alira, volvemos a hablar de yogures) y yo nos hemos regalado para el olentzero (papá noel osito vasco) la edición completa de Sex and the city: somos una auténtica familia de petardas. Entre copa y polvo, me la estoy tragando enterita. Ya sabéis como somos las yonkis, decides que es el último capítulo que ves esa noche pero, cuando aparecen los títulos de crédito, te miras y dices: ¡uno más!
El espíritu de Samantha Jones me está poseyendo por momentos. Adoro a esa mujer, por mucho que sea obra de unos guionistas. Nadie levanta la ceja, sonríe y suelta una perla como ella. Una de tantas... cuando la insoportable megamanipulator Carrie se larga corriendo del despacho de su amiga al descubrirla despidiendo amablemente a un repartidor, la tremenda Sam grita: ME VESTIRÉ CÓMO QUIERA Y SE LA MAMARÉ A QUIEN QUIERA MIENTRAS PUEDA ARRODILLARME Y RESPIRAR... Jodeeeeer, qué aplicación más sublime de la famosísima sentencia del Che.
La serie resultaría insufrible sin ella. Eso sí, reconforta a una sobremanera de haber salido corriendo de la cutrez heterosexual. Pero millones de mujeres en este mundo tan heterocomplaciente se han tragado horas y horas de Samantha Jones suficientes como para replantearse que pueden mandar al carajo su rol de romanticoides eternamente insatisfechas y comportarse como zorras deslenguadas y hedonistas. Tiendo a ser ingenua y a creer en un futuro mejor: igual ahora mismo en cualquier rincón de este mundo hay una mujer bebiendo cosmopolitan y llevándose al catre a un capullo sólo con la intención de correrse. Esa idea me hace sonreír.
Muchas veces lo he pensado, una noche se lo dije a una chica que me estaba relatando en La Bata sus andanzas: las bolleras somos unas cobardes, admiro hasta el éxtasis a las heteras malas, ellas sí que tienen huevos.
Que existan mujeres capaces de batirse de igual a igual con los hombres es una conquista para todas. Samantha trata infinitas veces mejor a los tipos con los que folla que sus tres melosas amigas a los hombres de sus vidas, todo está claro. (A veces me pasa con algunas amigas heteras, me taladran con sus quejas sobre sus novios y yo pienso para mis adentros: pobrecitos, qué aguante.)
Bajo el cuerpo de vértigo, las joyas faraónicas, la melena rubia y la lencería millonaria de Samantha Jones, late un macho. Aunque ya casi nadie se atreve, muchas veces a lo largo de mi vida un tío o una marimacho me ha tratado como si fuese una boba pasiva y entrable por el hecho de llevar un vestido demasiado breve. Una vez le dije a una: querida, por mucho que lleves el pelo corto, si quieres follamos y te demuestro quien es aquí el macho. He puesto a muchos hombres a cuatro patas.
Esa bravoconería me excita en las mujeres. Mi querida Carmela y yo, cuando nos juntamos, podemos pegarnos horas relatando con quien hemos follado y a quien nos queremos follar. Por supuesto, nos entra tal calentón que solemos terminar la conversación horizontalmente. Una tarde, un testigo marica nos dijo: parecéis garrulos.
En dos o tres capítulos, Samantha se vuelve lesbiana. Joder, qué risas. Sus amigas, en uno de tantos desayunos antológicos en los que ella se despacha como una auténtica filósofa del sexo y de la vida, le preguntan por "su relación", esperanzadas de que por fin la Gran Zorra hable de sentimientos. A lo que ella empieza a narrarles TODO lo que está descubriendo de los secretos del coño. Samantha no soporta el nido lésbico, su novia sólo quiere bañarse con ella y hablar de "su relación". Termina diciéndole: ya estoy limpia, no quiero bañarme más. Quiero follar...
Eso sí, a partir de ese momento y a lo largo de toda la serie recordará con una sonrisa "la época en la que fuí lesbiana".
Una amiga hace años tuvo una novia, su primera y única novia. Al menos por ahora. La neolesbiana trató de engancharse a "The L Word", presionada por su chica, pero nunca le gustó. La lesbiana de pedigrí se lamentaba: eres hetero, te gusta más "Sex and the city", esa es la prueba.
Sam huye del Amor durante toda la serie. Tengo una imagen suya grabada a fuego en mi retina: su cuerpo glorioso extrangulado por un vestido oro brillante, taconazos, desgreñada como si se hubiera peleado con veinte gatos, rimel corrido, llamando a un taxi, móvil en mano...
- Ayer follando de éxtasis le dije a Richard que le quería, mierda.
- Nena, era el éxtasis. Aunque igual le dijiste lo que sentías.
- ¡Y una mierda! Estaba tan colocada que me hubiese declarado al taxista o a una farola.
Igual que Sam, yo me reservo mucho antes de abandonarme al MDMA.
Como todas las auténticas putas que conozco, es una humanista. Mil veces más benevolente y generosa que sus ridículas y neuróticas amiguitas tan preocupadas por "los sentimientos". Conclusión: correrse mucho y con mucha gente es bueno.
Hoy no tengo vodka en casa. Ni triple sec ni zumo de arándanos. Sólo tengo los limones, la coctelera y cuatro copas iguales que la que sostiene Samantha, pero sólo de pensar en ella me siento como si me hubiese tomado algunos Cosmopolitans de esos tan ricos que me prepara mi querido Gianni. Y que me tumban, como a la rubia depredadora.
Una vez escuché decir a Sharon Stone que, si volviera a nacer, sería lesbiana. Yo estoy muy contenta donde estoy pero quizás, si volviera a nacer, me pediría ser Samantha Jones.

P.D... Un cotilleo: cuando cumplí 34 años, obligué a Beto Preciado y a Virginie Despentes a ver la película de Sex and the city. En el cine. Virginie estaba encantada pero Beto apareció con gafas de sol y decía, "qué no me vea nadie, qué vergüenza". Por si nadie le vió, yo lo largo. Es de las cosas más perversas que he hecho.