viernes, 24 de febrero de 2012

MARIEL...


Quizás no llegué a toparme con ella más de cinco veces pero ayer, al enterarme por Ca la Dona de su muerte, lloré como una niña. Joder, el mundo es mucho más prometedor cuando una sabe que lo habitan mujeres como ella. Abogada, investigadora, activista, volcada en las mujeres migrantes. Con su melena de amazona que olía a tierra tras una tormenta de verano y una fuerza cálida e irónica que te envolvía en su presencia. La recuerdo saliendo de aquella reveladora conferencia de Beatriz Preciado en el MACBA en 2002. Todas delirábamos de admiración ante nuestra mesías queer. Y Mariel Araya exclamó divertida: "es todo muy interesante, pero yo soy feminista de la diferencia. Y las feministas de la diferencia somos huesos duros de roer". Hoy más que nunca me encantaría charlar con ella sobre lo que he llegado a entender como excesos en las posturas más desgeneradoras que nos abocan a un salto al vacío. O ni eso. Más bien a interminables debates palaciegos que ahuyentan a menudo aquellas alianzas que decían propiciar. Cada día entiendo el feminismo más como un péndulo dulcemente escacharrado que nunca llega a quebrarse. Y los excesos son para mí tan necesarios como inevitables.
Pero, sobre todo, la recuerdo aquel primer Sant Jordi sin La Petu (Myriam Cameros) de 2004 en la parada de Pròleg. Yo estaba añorante y tristona. Ese día, que es mi fiesta catalana preferida, ya no era lo mismo sin el sarcástico entusiasmo de mi recién mudada amiga. Apareció Mariel, esplendorosa como siempre, y dejé de sentirme extrañada al instante. Me masajeó los hombros mientras nos hacíamos confidencias de adolescentes. Estaba pletórica, iba a venir a buscarla Él. Me dijo juguetona: "me siento muy perversa, cuánto me gustan los hombres siendo tan feminista". Adoro a las mujeres que viven su heterosexualidad desde tal desdramatizada y crítica conciencia.
Empiezo a sospechar que envenenaron todas las ediciones de El Segundo Sexo con plutonio. O que las feministas somatizamos demasiados dolores del mundo, como las folclóricas.
De cualquier manera, el mundo es más habitable y excitante sabiendo que lo habitan para siempre mujeres como Mariel Araya.

(Cuadro de Myriam Cameros.)

1 comentario:

Pat dijo...

nena... igual que tú te enteraste de la muerte de labordeta por mi blog... hoy me entero yo de la muerte de esta mujer por el tuyo...
será que me empiezo a creer lo del envenenamiento con plutonio y/o las somatizaciones
será que me identifico con que el mundo es más habitable con mujeres como ella...
el caso es que no la conocía y acá ando... con la(s) lagrimilla(s) por la mejilla...
un beso...