Me encantaría tener toda la mañana para perderme por las millones de páginas que hablan sobre Hipatia de Alejandría, pero ella entenderá que las que dedicamos nuestras vidas a los libros, a menudo tenemos que sacrificar nuestro estudio en un sentido y malograr otros saberes. No sé si la gran Hipatia alcanzaría a comprender qué significa hoy la acumulación (a menudo absurda) del saber en el google, ni la jerarquización de dichos discursos no precisamente decidida según su rigor. Tampoco creo que se haría a la idea ella de como una escritora puede andar como puta por rastrojo presentando un libro como el mío, aunque siendo cual era su cultura, seguro que no le resultarían ajenas mis celebraciones etílicas.
De lo que estoy segura que no se sorprendería Hipatia es del revuelo que se ha generado en 2009 a cuenta de una recreación de su vida en forma de película, es decir, de que el fundamentalismo cristiano se revuelva encolerizado casi 1600 años después por la memoria de ella. A fin de cuentas, el mismo fanatismo oscurantista que despedazó su cuerpo con afiladas conchas y destruyó la gran biblioteca de Alejandría que ella regentaba para borrar de la historia el saber acumulado durante siglos e imponer su fascista doctrina. El mismo cristianismo que condenó a las mujeres a ser esclavas.
Esta noche he soñado con Hipatia y con la luz. Con esa Hipatia que recupera Alejandro Amenábar: sólo fiel a la filosofía, pacifista, gran conversadora, enamorada de los libros, cuestionadora, escrutadora de un cielo en el que no buscaba a dios sino el acertijo de las estrellas,...
Los cristianos se revuelven: cómo osan hacer una superproducción que van a ver millones de personas sobre la vida de esta hereje. No me extraña que se revuelvan: tienen mucho que esconder. Todavía veneran a San Cirilo, el patriarca sanguinario y misógino que la mandó matar.
Esto es lo que me encanta de Ágora: que nunca se había filmado una película de tal presupuesto donde la protagonista no sólo es una mujer, sino que además es una sabia que existió, que resistió, que no sale reflejada en amorío alguno, que mereció el respeto de tantos hombres. Es la única de toda la película que no se convierte al cristianismo para escalar posiciones. Ni siquiera para sobrevivir.
¿Qué está recreada, mistificada? No te jode, a ver quien retrata sin idealizar a una mujer que murió hace 1600 años y cuyos textos fueron destruidos.
Los mismos que destruyeron las obras del saber para imponer sus absurdas y tiránicas patrañas le dicen hoy a Amenábar que miente, que no es riguroso. No tienen la más mínima legitimidad.
En fin, sino lo habéis hecho, daros el gusto, ir a verla.
Y soñar con Hipatia, que en algún lugar sin dios seguirá preguntándoles a las estrellas por su embrujadora danza. ¡A saber qué habrá descubierto tantos siglos después!
Y concluyo con una frase de Ramón Irigoyen del prólogo que escribio para Dioses y héroes de la Antigua Grecia de Robert Graves: este libro, y sobre todo Ovidio, "debería ser de lectura aconsejada en todo los colegios occidentales. Es el único antídoto eficaz contra el mal de ojo de los crucifijos que todavía cuelgan en las aulas y en algunos hospitales públicos".
POR CIERTO, HIPATIA SIGNIFICA "LA EXCELSA", O LO QUE ES LO MISMO, "LA MÁS GRANDE"... CÓMO NO!!!!!!!!