
Todo esto viene a cuento de que estoy ovulando, mil hormiguitas recorren mi vientre. Y quiero rectificar algo que atribuyo en Sexual Herria a mi amiga Julia Munarriz de manera errónea. Yo aseguro que ella, para mí un tesoro inagotable de saberes feministas entorno a la sexualidad y salud de las mujeres, nos contó en Granada que en las jornadas estatales de 1979 de la misma ciudad algunas mujeres se enseñaban a otras a extraerse el óvulo menstruante. Julia me aclaró que no dijo eso, sino que aquella noche nos explicó que el colectivo de mujeres por la salud de Bostón revelaban esta técnica en la que aprovecho para indagar. Así que, las que estuvieron allí, que no empiecen a lamentarse por haberse perdido esas sesiones. Me las he inventado yo desde la evocación extasiada de las palabras de Julia.
He encontrado esta descripción por el magma de la red:
"La extracción menstrual es una técnica que surgió en la década de los 70 que consiste en succionar la sangre menstrual directamente a través de un mecanismo denominado Del-EM compuesto por dos cánulas conectadas a una jeringa y un recipiente colector respectivamente. Cuando se aprieta la jeringa se crea un vacío en el bote y el contenido del útero queda depositado en éste. Es un método sobre todo casero propuesto en Estados Unidos por Lorraine Rothman del grupo Feminist Women’s Health Center cuando el aborto estaba prohibido. Se disfrazaba como un modo ‘cómodo’ de eliminar la menstruación abundante, no obstante en la mayoría de los casos lo que se realizaba era un aborto en fase temprana. Su uso se hizo común sobre todo en mujeres de zonas marginadas donde la interrupción del embarazo era imposible. Debía realizarse antes de la sexta semana y miles de mujeres acudieron a él."
La Extracción Menstrual es mucho menos agresiva que el raspado de los abortos más convencionales y tiene además otra gran ventaja, puede realizarse entre mujeres sin intervención médica. De lo que he investigado sobre esta técnica de autogestión reproductiva parida por el feminismo, hay un episodio que me eriza hasta los pelos que he segado de mi cuerpo y vuelve a mis hormiguitas uterinas locas de placer. Lo transcribo como lo encontré, al parecer de un panfleto anarquista en inglés:
"A principios de 1977, luego del golpe de estado en Chile, un grupo de prominentes activistas de la salud de la mujer, entre ellas la autora feminista Barbara Ehrenreich, Sally Guttmacher, una muy conocida activista y profesora de Health Education en New York University, y la fallecida Bobbye Ortiz (mas adelante en detalle desde la perspectiva chilena), editora asociada de larga data de The Monthly Review, formaron Action for Women In Chile (AFWIC), pues estaban preocupadas por las condiciones en las que vivían las prisioneras políticas chilenas. Este grupo empezó a trabajar con un grupo de chilenas que pidieron información sobre el aborto. Las chilenas estaban particularmente interesadas en encontrar técnicas de auto-ayuda que pudieran ser útiles para las presas políticas que eran violadas en prisión."
En boca de la doctora, feminista y prisonera política chilena Marisa Matamala, "en Ciudad de México, desde mediados de los 70 y a partir del impacto de la Conferencia Mundial de Mujeres del 75, de la irrupción del libro Nuestros Cuerpos Nuestras Vidas del Colectivo de Boston y del ascenso del movimiento en México, las feministas norteamericanas entonces residentes en ese país, Bobbye Ortiz y su hija, invitaron a mujeres del MIR chileno exiliadas en ese país - que se aprestaban para retornar a Chile - para conformar un taller de autoconocimiento del cuerpo y regulación de la fertilidad.Contaban con el apoyo de varias feministas norteamericanas que desde EEUU aportaban sus conocimientos y compromiso.El propósito del taller de autoconciencia y autoayuda era adquirir control y soberanía sobre los cuerpos, al punto de hacer efectiva la autonomía de cada mujer en materia de regulación menstrual. Se elaboraron cartillas para ser aplicadas por las mujeres que luchaban en la clandestinidad durante la dictadura. Fue una experiencia muy marcadora que empoderó a las mujeres miristas y que además, les entregó herramientas para enfrentar el machismo de la izquierda tradicional y revolucionaria, fortaleciendo el proceso de reflexión feminista iniciado en el campo de concentración de Tres Alamos, y enriquecido en el exilio por la relación con las europeas de la época".
La trabajadora comunitaria e ilustradora de manuales sobre la salud de las mujeres de Los Ángeles Suzann Gage explicó visualmente la técnica en un panfleto que recorrió de mano en mano todo el mundo. Parece alucinante que no nos haya llegado nada de todo este movimiento, hasta que nos lo reveló Julia. En América Latina se está librando de nuevo una batalla colosal por parte de miles de feministas por la autodeterminación de nuestros cuerpos frente a una nueva ola de penalización brutal. En países como Chile o Nicaragua está prohibido el aborto en todas y cada una de sus circunstancias. Yo conocí a varias de estas activistas en Ecuador, superjóvenes, aguerridas y megaformadas. Y parece que la técnica de extracción menstrual se está enseñando de nuevo. Porque tiene otra gran ventaja. Legalmente, un aborto sólo se da cuando existe una evidencia clínica de embarazo. Si tu te extraes el óvulo (fecundado o no) sin haber constatado si existe gestación, no estás abortando. Por tanto, no incumples la ley ni podrás ser castigada. Sólo me pregunto si conviene que difundamos demasiado esto. Sinceramente, mejor continuamos con nuestras redes de apoyo y empoderamiento subterráneas. Es preferible (y prudente) que no sepan todo lo que sabemos. Al enemigo bata blanca, ni agua.
