lunes, 24 de septiembre de 2012

FINAL FELIZ, AHORA DE VERDÁ



Resacosa, menstruante y sumida en ese letargo catódico que es para mí la siesta, he abierto los ojos justo cuando Hector se despedía de Teresa frente a su tumba. Estuve enganchada a Amar en tiempos revueltos las semanas en que el culebrón vespertino espanyol más visto se centraba en un romance lésbico y épico. Un amor largamente incubado y del todo prohibido: adúltero (Teresa estaba casada con Hector), incestuoso (eran cuñadas) y, sobre todo, ilegal (hablamos de dos mujeres en 1953, plena dictadura franquista nacional-católica en su etapa más gore). Además, Ana era una señorita bien, rica aunque empresaria, algo inusual para una mujer de su época. Había sido la jefa de Teresa en los grandes almacenes. Yo adoraba verla llegar a su lujosa casa, sola, y servirse aquellos copazos de brandy mientras mandaba retirarse al mayordomo sin haber cenado. Para colmo, estaba viuda y embarazada del difunto hermano de Teresa, fruto de una violación dentro del matrimonio.
Ana era fascinante. Su peinado de hondas, su elegancia, su inquietante y obstinada mirada, su valentía. Una de esas noches solitarias copa en mano, confesaba a su madre muerta en voz alta que siempre había estado enamorada de Teresa. Verbalizaba por primera vez la infamia, el amor imposible castigado con el rechazo social y la cárcel. Ya se habían besado una tarde en los grandes almacenes. A partir de ese momento, como cualquier amante, persiguió su objetivo: estar con Teresa.
Fue honesta con sus sentimientos. Ella sabía que era correspondida, pero que tendrían que derribar los muros más inexpugnables para poder estar juntas, al menos una vez. Vamos, lo que todo enamorado pretende. Y digo enamorado, porque a las mujeres en los relatos occidentales nos toca esperar, no actuar. El 14 de julio de 2010, Ana y Teresa por fin consumaban su amor, en la cama, como suelen consumarse los amores incluso cuando son protagonizados por dos mujeres. Yo me quedé extasiada.
Lo más alucinante para mí fue que se considera un auténtico hit televisivo, lo vieron millones de espectadores. Y el amor entre Teresa y Ana es tratado narrativamente como se cuentan los grandes amores. Digamos que el punto de vista al que la serie te arrastra bendice y celebra este amor. Con todo ese halo de imposibilidad que tanto nos deleita. Con toda esa emotividad que provoca sonrisas y lágrimas por verlas juntas al fin. Los libros, el cine y la televisión nos han enseñado a vivir la experiencia del AMOR como propio aunque sea ajeno e inventado. Por ese adoctrinamiento masivo, sobre todo hacia las mujeres, nos cuesta tanto aceptar que una relación romántica termine, o que sólo fue real en nuestro deseo. Y el AMOR legitima socialmente los vínculos, por ello me volvió loca que millones de gentes heterosexuales vibrasen con el romance imposible por fin consumado entre Ana y Teresa. 
Mi amada tia-abuela Gregoria es fan de Amar en tiempos revueltos. Quizás esto ayudó a que, cuando anuncié en una merienda familiar que tenía novia, me aconsejara: sé libre y sé feliz. Y que siempre desde entonces me pregunte por María y que ella misma se ocupe de revelar la buena nueva a familiares y amigos despistados: no lo sabes, Itziar es lesbiana. 
La historia de amor entre ellas es una de las más mimadas en este culebrón muy de la época ZP que ha denunciado la asfixia cotidiana y la represión policial de la dictadura franquista mucho más que otras series que pretenden que recordemos una Espanya gobernada por cierta recta indulgencia. (Siempre he sospechado que la bellísima y turbadora Pastora Vega abandonó a Imanol Arias porque ya no soportaba al aguafiestas señor Alcantara en casa.) 
Incluso el romance entre Teresa y Ana es narrativamente celebrado a pesar de que destruye una de las parejas más queridas y consolidadas de la serie, para colmo heterosexual y casada. Teresa deja a Héctor por Ana. Él durante algunas semanas enloquece, le sale el macho que lleva dentro pero que no es. No deja de ser un hombre que ha descubierto a su esposa en brazos de otra mujer (literalmente, juntas en la cama). Cualquier otro hombre de esa época las hubiera matado o denunciado. Pero él es un buen tipo. Pasado el berrinche inicial, acepta que Teresa ya no está enamorado de él y las deja marchar. 
Ellas se fugan a Santander donde Ana tiene una casa. Conviven como cuñadas con el hijo de Ana. Van reapareciendo, mi hermana me ha avisado durante estos dos años. Hasta que hace unos días me anunció: Ana y Teresa han muerto en un accidente de tráfico. ¡Fucking guionistas, siempre matándonos/castigándonos a las bolleras!
Héctor se está despidiendo de su gran amor frente a su tumba, sin rencor. Aparece en el cementerio un niño. Tras él, Ana y Teresa. Han simulado su muerte para comenzar una nueva vida en Argentina bajo otras identidades. En un lugar más propicio para su amor clandestino donde no sea tan fácil que las chantajeen y persigan. Y le han hecho un regalo a Héctor, su viudedad. Así podrá volver a casarse. Son tres seres de épocas futuras (o pasadas) atrapados en tiempos tan revueltos que sólo puedes vomitar. O resistir, construir, salir airosa, nunca renunciar... Se despiden con amor, ellas eligen un mañana. Juntas... ¡Benditos guionistas, gracias por inventarnos un futuro!



Itziar Ziga por Rodrigo Van Zeller

Y AHORA SÍ, ME DESPIDO YO TAMBIÉN POR AQUÍ. 
COMO DECÍAN AL FINAL DE CADA INFORMATIVO DE LA RESISTENCIA EN "V": 
BUENAS TARDES. Y BUENA SUERTE!!!!!!
DEJARÉ UNA SELECCIÓN DE TEXTOS QUE CONSIDERE MÁS PROVECHOSOS, Y AL CONTRARIO QUE CANTABA MARITRINI, ME IRÉ DESPACIO... PERO DEJANDO HUELLAS, INCLUSO BORRONES, COMO ESTE BLOG EXTRAÑAMENTE SUSPENDIDO E INACABADO EN EL LIMBO DE INFERNET...